El auto fantástico, tecnología o imaginación

En la serie, Kitt transporta un motor Turbo-Jet con propulsores acondicionados. Es decir, un motor de avión a reacción. En la vida real ya se realizó, aunque no tan pequeño y con gran cantidad de inconvenientes de consumo y riesgo. Es más, aunque fuera posible miniaturizar los propulsores para que el auto se comportase como un saltamontes, los efectos que se obtendrían seguramente no serían los deseados al momento de estacionarse.

Similar al que conocíamos en la serie de televisión “El Auto Fantástico”, el auto de Google está en capacidad de conducirse solo debido a un avanzado sistema que reúne cámaras, sensores láser y radares, localización GPS y una buena medida de computación y bases de datos con respecto a las vías y normas de circulación. Más que una exclusiva tecnología es una reunión de varios componentes con un efecto impresionante.

El resto de sus cualidades especiales y que forman parte de su equipamiento son, nuevamente, algo ya reconocido y que, en muchas oportunidades, se ven bien sobre el papel, sin embargo no en la realidad. Un automóvil blindado no es algo muy tecnológico y los cientos de kilos fuera del blindaje no son muy acordes con el rendimiento para que éste puede saltar numerosas decenas de metros.

En la serie, Kitt transporta un motor Turbo-Jet con propulsores acondicionados. Es decir, un motor de avión a reacción. En la vida real ya se realizó, aunque no tan pequeño y con gran cantidad de inconvenientes de consumo y riesgo. Es más, aunque fuera posible miniaturizar los propulsores para que el auto se comportase como un saltamontes, los efectos que se obtendrían seguramente no serían los deseados al momento de estacionarse.

Se pasan por alto sistemas tan extravagantes como el lanzallamas, el láser defensivo o los distribuidores de aceite, que son viables pero que dificultan en gran medida el pasar la ITV. La serie dispone de otras curiosidades que se han ido incorporando en las recientes temporadas como la forma de Superpersecución. Solo es suficiente con dar un paseo de fin de semana por alguna zona industrial al amanecer para comprobar que instalarle 14 alerones, spoilers y bultos extraños al vehículo no aumenta su rapidez y que, como mucho, facilita a su dueño salir en la portada de una revista de tuning. Obtener velocidades de 500 kilómetros por hora en tierra es factible, sin embargo exige de una aerodinámica y sistemas de propulsión distintos y, finalmente, de alto riesgo, costosos e innecesarios para el resto de los seres humanos que viajamos por carretera.

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